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Artículo de Opinión

Los hondureños vivieron las elecciones más desastrosas de la historia del país, unos comicios marcados por el desorden, la incertidumbre y una serie de incidentes que afectaron de manera descarada el derecho ciudadano al voto. Sin duda, quedó en evidencia, una vez más, la debilidad de instituciones como el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo Electoral. Esto, sin dejar de lado la responsabilidad que tenían las Fuerzas Armadas de Honduras ante un proceso tan importante como las elecciones primarias.

El retraso en los centros de votación, donde el material electoral llegó pasadas las 9:00 de la noche; el sistema biométrico, que le costó más de 90 millones al CNE; el desorden en las mesas; el caos en el transporte de las maletas electorales y la falta de vigilancia de las mismas marcan una catástrofe histórica en los comicios, donde observadores internacionales aseguran que vieron a personas votar tres veces.

La consejera presidenta del CNE, Cossette López, culpó a las FFAA. «Buscaremos a los responsables», dijo al denunciar que hubo personas intentando boicotear el proceso electoral. «Tomaron decisiones en la madrugada que no fueron consensuadas». ¿Quién tomó esas decisiones? Nunca lo dijo.

San Ángel, Sagastume, Casamata, Cerro Grande, La Kennedy y FacultaD de Medicina, Las Brisas, entre las colonias a las que llegaron las maletas entre las 8 y 9 pm.

Se hizo el traslado de buses a camiones de las FFAA sin consulta al CNE, aseguró López. «El CNE hizo en una hora lo que las FFAA no hicieron en ocho.»

El jefe mayor conjunto Roosevelt Hernández advirtió sobre el caos en la entrega de las maletas electorales.

El artículo 272 de la Constitución de la República establece literalmente que las Fuerzas Armadas de Honduras deben garantizar el libre ejercicio del sufragio, la custodia, el transporte y la vigilancia de los materiales electorales, así como otros aspectos de seguridad y procesos.

¿Se cumplió con este mandato constitucional?

Sin duda, los hechos registrados este domingo deben obligar a todos los partidos políticos y a todos los sectores del país a exigir explicaciones y, sobre todo, acciones que aseguren que estos lamentables sucesos no vuelvan a ocurrir y garanticen un proceso electoral transparente, protegido de cualquier fraude y manipulación que comprometan los resultados.

Ante el desastre de grandes magnitudes, debemos reconocer el valor, el patriotismo y la resiliencia de los hondureños que se resistieron a claudicar y se armaron de paciencia esperando poder ejercer el sufragio, aún a altas horas de la noche, donde se vio a personas de la tercera edad enfilarse y buscar su nombre en los listados, ayudados por la linterna de su celular. Esto demuestra el deseo de respetar su derecho a elegir sus autoridades, haciendo escuchar su voz.

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